NO TENEMOS CORPUS, PORQUE NO TENEMOS MEMORIA
La importancia de nombrarnos.
Cuando queremos armar el corpus, el cuerpo textual de la dramaturgia femenina, que son todos los textos que hablan de nosotras, con el fin de devolverle a las mujeres la genealogía por rigor histórico, nos encontramos con el problema que no tenemos una memoria universal que nos pueda contener. Sin embargo, en general, y más en nuestro medio, los referentes masculinos están instalados de forma transversal, en todas las personas. Si yo digo W. Shakesperare, Molière, Jean Racine, David Mamet o Harold Pinter, todos habremos visto o leído algunas de sus obras o habremos escuchado hablar de ellos.
En la dramaturgia de mujeres, es muy difícil nombrarnos, porque no tenemos cuerpo y nos han borrado la memoria. Los hombres nos han contado el mundo a través de sus personajes femeninos como; Celestina, Julieta, Fedra, Nora, Bernarda, personajes que han construido nuestra imagen universal de mujer y ha moldeado en la sociedad una forma de pensar lo femenino. El cuerpo femenino convertido en tabla de escritura para uso de los varones.
Tenemos que recobrar nuestro cuerpo textual, escribiendo, citando, nombrando mujeres.