La escritura, se parece a los sueños, hay una consecuencia similar en la experiencia y en la manera de representar sus imágenes, en sus metáforas, como posibles fragmentos de universos.
A veces en el proceso de escritura hay una sensación de que el texto se está escribiendo solo y que somos espectadores, por cierto privilegiados, sobre todo cuando lo escrito es una revelación de algo que hasta ese momento no recordábamos y ese instante, es el origen de la revelación. Aquí puede aflorar el término anamnesis, los recuerdos (recolección) reminiscencias del pasado, que nos permiten recuperar la información registrada en épocas lejanas o incluso del ayer cercano no consciente, como un sueño lúcido que manifiesta un deseo que nos delata. Precisamente es esta experiencia que relacionamos con la escritura y el sueño. Es como despertar a algo, a un descubrimiento, relacionado con un estado fisiológico, orgánico, vital.
¿Podríamos afirmar que de alguna manera los sueños albergan deseos inconscientes como la escritura?
También podemos trasladar lo soñado al papel y trasformarlo en una pieza teatral, donde exponer nuestra biografía oculta, aparentemente inventada. Amalgamar sueño y escritura, como aliados, cómplices que se prestan favores. Este cruce entre la escritura y lo onírico nos permite experimentar con otro tipo de narrativas e incluso investigar distintos lenguajes, indagar en la ficción, salir de la materia, de lo terrenal, para explorar en lo etéreo, en lo invisible, en lo irregular.
Apunto imágenes
Sueños largos
Sueños cortos
Sueños tímidos
apocados
vergonzosos
Registro deseos
Delirios
Caprichos
Ambiciones
Sueños como infancias
Como pueblos
Como edades
Como novelas
Como poemas.